2021 Villalón de Campos «Museo del Queso», «Pastores»

EL MARCO DEL COSTUMBRISMO

Una de las mayores referencias de aquello que llamamos reportaje en la fotografía es el costumbrismo. Un capítulo muy interesante que llegó a la España de la posguerra de la mano de unos fotógrafos amateurs que en sus ratos libres viajaban por las fronteras provinciales por carreteras sin asfaltar, direcciones sin mapas y pueblos perdidos para retratar las costumbres y formas de vida de unos pueblos cuya cultura parecía desvanecerse con el tiempo debido a las migraciones hacia las grandes urbes que nacían en aquellos años extraños.

Esa fotografía fue potenciada décadas más tarde con lo que varias generaciones de autores han dado pié a lo que hoy se conoce como fotógrafos feriantes, trabajadores de la imagen que recorren esos mismos pueblos para documentar las festividades y tradiciones de una España ya cada vez menos rural pero siempre mágica.

Actualmente el proceso de narración hacia esos temas tiene más que ver con la memoria que con lo documental (entiéndase que sigue siendo reportaje), los fotógrafos tienden a explorar dentro de la identidad de aquello que recuerdan, que vivieron, que necesitan recuperar, pero en lugar de hacerlo desde una historia ajena la ejecutan desde lo propio, permitiendo que lo documentado se transforme en un relato personal, familiar y auténtico que, sin diferir a lo fotografiado en décadas pasadas, sí permite apreciar un hilo de complicidad hacia el entorno que anteriormente no se producía. Las líneas narrativas se concentran en unos personajes que aportan un nombre y apellidos, una dirección y hasta un relato íntimo.

La búsqueda de esa herencia va acorde a la vida de quien se fotografía, porque es un romance entre el fotógrafo y su historia personal que ha de ser contada en primera persona.

Los nuevos tiempos no dejan de ser una inspiración de aquellos viajes por lugares provincianos en ese blanco y negro duro, lleno de grano, que sigue oliendo a haluro de plata concentrado. Hoy nos reconciliamos y unimos a esa fotografía que buscaba una imagen única que transmitiese el poder de la luz con una instantánea que abriese y cerrase los trabajos.

Los capítulos de los reportajes de hoy tienen otro concepto, otro sentido, incluso otro punto de vista más extenso y personal, pero con las mismas señales y principios de aquella no tan lejana fotografía. En este trabajo vemos esa liturgia viajera hacia nuestro entorno más próximo, permitiendo hablar del campo como un personaje más de la historia en un juego fotográfico que nos traslada a una forma de vida que tiende a transformarse y evolucionar. Decía Unamuno “La tierra de Castilla está marcada, agrietada, seca, como la palma de la mano. El cielo, la lluvia y el sol marcan un paisaje duro, seco y, al mismo tiempo, bello. Castilla es una tierra con historia antigua, de gentes muy trabajadoras que levantan una tierra difícil de trabajar, agreste y dura”. Una descripción bastante acertada de un trabajo en Tierra de Campos!!!!.

Javier Arcenillas. Fotógrafo, editor y profesor de fotografía documental en la escuela PICA